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sábado, 9 de mayo de 2015

Los nuevos gangsters de Chicago: The Gray Havens



De gangsters tienen poco, pero esta pareja de Chicago tiene mucho que decir cuando cargan las guitarras, apuntan y disparan su música. Directa a tus oídos. Tan sencillo como lo son sus acordes y tan potente como lo son sus melodías.

El matrimonio, compuesto por Dave (principal compositor, cantante y guitarrista) y Licia (corista), empezó su andadura en el mundillo de la música en el verano de 2012, cuando lanzaron su primer EP, Where Eyes Don't Go. A través de plataformas de internet (thegrayhavens.bandcamp.com, thegrayhavensmusic.com) se fueron haciendo ligeramente conocidos entre los admiradores de la música sin complicaciones y con fuerza suficiente como para elevar a una persona y hacerla levitar unos centímetros por encima del sofá un domingo por la mañana. Eso fue lo que me pasó la primera vez que los escuché. Este primer trabajo musical cuenta con seis canciones de las cuales cinco son realmente refrescantes. La última, personalmente, mejor que no la hubieran grabado (a no ser que tu canción sea Amo a Laura). Pero, dejando esa canción "especial" de lado, el resto del EP es digno de ser escuchado. Sus canciones tienen armonías sencillas y fluidas, instrumentadas con humildad y, eso sí, sustentadas por las maravillosas melodías protagonizadas por la clara voz de Dave. Si hay un signo de identidad de The Gray Havens, desde luego son las melodías vocales, que más bien parecen pinceladas de colores cálidos. Puede ser que el estilo no sea tu preferido, pero las melodías no van a ser las responsables de ello. No dejan lugar para el aburrimiento.

Where Eyes Don't Go empieza con lo que podría considerarse un contundente aperitivo de lo que viene después. Where It Goes es una canción para calentar motores, sobre todo porque la siguiente canción, Silver, es probablemente la canción más famosa de este EP (cuenta con más de 10.000 visitas en YouTube). Con una armonía típica o prototípica, esta canción se eleva gracias a, cómo no, la voz de Dave. Gray Flowers, el siguiente tema, mantiene el ánimo elevado con una esencia que invita al buen rollo. Como la vida misma; ¿puede haber algo más romántico que las flores? ¿Y algo más ordinario que el gris? ¿Flores grises? Pues eso. Train Station nos transporta, entre raíles y vapor, a un lugar tranquilo que está tan lejos o tan cerca como podamos estar de nosotros mismos. Una melodía de nuevo preciosa. Pero preciosa de verdad. Todas estas canciones nos guían hasta la quinta canción del disco, Music From A Garden, mi canción predilecta. ¿Cómo se puede hacer algo tan fluido con una armonía que, de forma inapreciable, se vuelve compleja, se enreda y se desenreda para dejar una sensación de que todo está en su sitio, tal y como debería ser? Finalizando el disco en la penúltima estación (si acaso, para los más aventureros, pase darle una oportunidad a Let's Get Married, la última y fatídica canción del disco) habremos dado con un verdadero regalo para los oídos. Como dicen: lo bueno, si breve, dos veces bueno.

Pero te quedas con ganas de más.

Así estuve esperando a que saliera, por fin, el primer disco de The Gray Havens el 1 de enero de 2015. El disco mantiene el estilo de su primer trabajo, si bien hay algún pero. Su inicio es tal como te lo esperas, o quizá mejor por aquello de que "segundas partes nunca fueron buenas". Sin embargo, las primeras canciones no decepcionan en absoluto.

The Inheritance es una excelente manera de abrir fuego. Es que es pura esencia; esto es The Gray Havens. Guitarras, tranquilidad, emoción, rabia, melodías, armonías... Songs In The Night continúa el viaje con la misma perspectiva, pero esta vez con más poder, más heroicidad. La siguiente canción, The Stone, es "la" canción. La escuché del orden de diez veces seguidas en cuanto estuvo a mi alcance. Es un Taj Mahal construido a partir de palillos de madera. La variedad hecha a base de humildad y sencillez. A ver quién se hace una canción con tres acordes que quede tan dimensional.

Sirens es la canción que, sin ser "mala", aventura un bajón peligroso. Un tanto pretenciosa, intenta ser un grito de rabia, un "aquí estoy yo", pero acaba perdiéndose entre las olas, extraviada por los fatales cantos de sirena. Pero no hay que ser catastrófico, el disco aún puede levantar la cabeza; el barco no ha llegado a hundirse. A rescate sale la siguiente canción, Jack and Jill, Pt. 2, como una Zodiac de emergencia. Lo único que la lancha se pasa de frenada. Es una canción tan desenfadada que por poco se pasa de simplona. Sin embargo, los verdaderos "peros" llegan con Music, They Call Me y con Stole My Fame (To Grace). Son canciones que se alejan de The Gray Havens. Cuidado, que no estoy criticando la polivalencia. Pero la primera canción se asemeja más a una superproducción discográfica que a una idea original de un grupo indie. En cuanto a la segunda, podría perfectamente ser cantada por Chayanne, y con eso lo digo todo.

Por suerte, el disco se reestructura en las últimas tres canciones que, sin ser baluartes del trabajo de The Gray Havens, te recuerdan que lo que estás escuchando es un grupo de reciente formación que aún está dando sus primeros pasos, pero con firmeza. Far Kingdom cierra el disco de forma tranquila, guiando nuestros pensamientos a un reino tranquilo y pacífico, algo que nunca está de más.

Con todo, la música de The Gray Havens, con sus más o menos, está en plena erupción. A veces tropieza, y a veces encuentra un tesoro. Como un niño curioso que da sus primeros pasos en un mundo todavía por conocer.



Puedes escuchar una lista de reproducción selecta de The Gray Havens en Spotify con el nombre The Gray Havens (OWS).